miércoles, 12 de agosto de 2009

Jerez de la frontera (Comedor social)


Mucho más que un comedor

Desde las 12.30 del mediodía las estrechas y angostas calles próximas a la plaza Ponce de León empiezan a ser transitadas por gente sin recursos y algunos sin hogar que acude al comedor de ’El Salvador’ para alimentarse de las ollas repletas de generosidad que las Hijas de la Caridad preparan a diario para estas personas.
Mientras unas encienden los fogones y preparan los dos platos y el postre que regalan cada día, otras ponen los manteles de cuadros y sacan las bandejas de aluminio donde sirven la comida. Ésta llega al comedor por tres vías diferentes. La primera de ellas es la ayuda que reciben por parte del ministerio de Medio Ambiente mediante un programa de alimentos que llevan a cabo para este tipo de organizaciones; otra vía es la donación desinteresada que hacen muchas empresas, para las que el comedor dispone de un camión que se traslada hasta éstas para recoger aquello que quieran aportar; y por último, el mecanismo más frecuente y por el que reciben el mayor número de alimentos, es el donativo de las personas particulares que se acercan a diario hasta ’El Salvador’ a llevar comida, bien que la compran para colaborar o bien que les ha sobrado de algún evento determinado. Y todo ello para que unos 80 transeúntes, que son los que se acercan a ’El Salvador’ cada día, tengan algo que llevarse a la boca. "Los alimentos que más se solicitan y reparten son el pan y la leche. En ésta gastamos 4.000 euros al mes", asegura Antonio Guillén, educador social del comedor. Además, algunas de las personas necesitadas que acuden para almorzar, llevan consigo una fiambrera que llenan de comida para cenar, pues el único sitio al que pueden acudir por la noche es el albergue municipal. El problema es que éste tan sólo tiene capacidad para 25 personas y que, además sólo acoge a las personas que acuden a él durante un máximo de tres días seguidos.
Tras una pequeña puerta contigua al comedor con un cartel grande que pone ’ropero’, las Hijas de la Caridad guardan la ropa , la mayor parte de mujer, que reciben de donaciones particulares y que los necesitados reciben, sin necesidad de control, a medida que la van necesitando. El perfil medio de la persona que acude al comedor diariamente es el de un hombre que oscila entre los 35 y 40 años, desempleado y que, si cobra alguna pensión, ésta no supera los 300 euros mensuales.
Pero a ’El Salvador’ no sólo acuden estas personas. Cada vez son más las familias jerezanas que van a pedir ayuda al comedor social. Allí los recibe Guillén, el único educador que hay para atender a las 153 familias que actualmente se encuentran registradas en la base de datos de la institución. Guillén le da una cartilla a cada familia según el número de miembros que éstas poseen y en ella se van anotando las raciones que cada familia recoge. Al contrario de lo que se puede pensar, el perfil de la familia que acude a pedir ayuda a ’El Salvador’ es el de núcleos familiares alejados de los conocidos como grupos de exclusión y que van allí porque son víctimas de la situación económica actual. Todas ellas van buscando principalmente comida pero a raíz de esto, desde el departamento de educación social, se hace un seguimiento y una orientación del caso en cuestión. A veces, la familia es derivada a otros servicios más adecuados para que trabajen a fondo su situación.
Pero ’El Salvador’ no sólo cumple su función de comedor social sino que, además, cuenta con un centro de día situado en la primera planta del edificio donde se trabaja la promoción de la persona y se intenta paliar el déficit social, familiar y educativo del necesitado. Éste acude al centro en calidad de seminternado para realizar diversos talleres por la mañana y recibir apoyo del educador social respecto a temas laborales, de vivienda, personales, etc. Además, dentro de este servicio también se incluye la comida y la cena de estas personas que van entrando al centro en función de las plazas libres que van quedando.
"A nivel de transmisión de valores y promoción integral de la persona, es el único centro de estas características que existe en Jerez", asegura Guillén. Y, a su vez, la ciudad está muy agradecida con esta labor que las Hijas de la Caridad realizan, por eso en el año 2003 recibieron el premio Ciudad de Jerez a la solidaridad reconociendo y valorando así un trabajo con las puertas abiertas durante los 365 días del año y en el que siempre han primado las virtudes propias de su espíritu: humildad, sencillez y caridad.

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