Cuando llegas a la calle y tienes tu primera entrevista con un asistente social corres el riesgo de que te diga "Tú no das el perfil". Fascinante. Tú contestas : "Bueno, ya, pero estoy durmiendo en un banco". Y normalmente él insiste: "Sí, pero no das el perfil"
Me pregunto: ¿Es que hay que tener algún perfil especial para estar en la calle? Parece que sí. Sorprende, ¿verdad?
Para mí este es uno de los problemas que producen ineficacia en los servicios sociales. Siguen manteniendo la idea de que el que está en la calle tiene que ser cuando menos pobre, sin estudios, con algún problema de adicciones y si es posible un poco tonto. Sólo así se puede aplicar el concepto asistencialista y caritativo que intentan mantener como sea.
El problema es que yo he conocido una gran variedad de tipos. Sólo por citar algunos ejemplos: un magnífico batería de jazz-rock, más negro que el sobaco de un mono, mi buen amigo Joe; Gavril, un economista rumano, que trabajó en el Ministerio de Hacienda de su país; un canario maestro de reiki, compañero mío de cuarto, experto en pintura; un licenciado en filosofía pura con tres idiomas; un hispano cubano actor, con trabajos con de Niro y Stallone; un magnífico cocinero de restaurantes conocidísimos de Madrid; un cinturón negro de kempo kárate; además de fontanero, soldadores de primera, economistas, biólogos, creativos publicitarios, chinos, canadienses, mongoles, y por supuesto españoles. Un largo sinfín de profesionales que por alguna circunstancia vital han acabado en la calle.
Para los servicios sociales esto no es interesante. No, hay que dar el perfil, es decir, pobre, sin estudios, alcohólico y un poco tonto.
Y a la hora de ayudarte a encontrar un trabajo con el que intentar rehacer tu vida debes de ser "un inútil sin experiencia".
Es un chiste que utilizamos.
Entrevistador: ¿Qué sabe hacer usted?
Indigente: Yo nada, soy un inútil
E: Pero tendrá usted experiencia en algo.
I: Yo en nada nunca he hecho nada.
E. ¿Entonces a qué viene usted?
I: Por el anuncio. Ese que dice: inútil, presentarse sin experiencia.
Bueno, pues esto, que resulta cuando menos chocante e incluso divertido, para un pobre hombre con toda su vida patas arriba, hundido, con su autoestima por debajo del suelo y normalmente con una depresión importante resulta aterrador, e incluso es posible que le hunda definitivamente.
Llegará a autoconvencerse de que él es tonto, no vale para nada y acabará por abandonar en sus débiles intentos por salir de su situación.
Deberían modernizarse los perfiles. ¿No lo creen ustedes?
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